Monday, January 07, 2008

Mi primer tren mochileando por Europa. Verano, 1996

Finalmente me propuse a embarcarme en un ferri para gandoleros y transportista que partía cerca de la una de la madrugada y cruzaba el canal más cruzado y viejo del mundo en lo que a mi respectaba, era el paso Dover-Caláis, así finalmente volvería a tierra fija, al continente y dejaría la isla en la que ya llevaba viviendo dos años e igual no había entendido nada de los estímulos de esa cultura. A mis hombros cargaba una buena mochila, o back pack, de 75 litros de espacio, otro morral más pequeño en la parte de adelante
En fin, Dover Calais, dejando atrás los aún blancos fantasmas acantilados de Dover, mientras el tras naviero patinaba elegantemente sobre aquel canal de aguas plateadas sin sombra ni reflejo, la noche siempre obscura, llegue a Calais, Normandía, inmigración hizo que llegasen las nulas 4 de la mañana, ni de noche ni de día, a las 5am decidí proceder, salí de terminal de llegadas a pie, el back pack ajustado a la cintura y otro bolso escolar en el pecho, en una mano una coca cola de dos litros comenzada, estaba forrado, el frio no interfirió, camine, amanecí, imagine un amanecer hace 400 o 1400 años, daba igual, caminaba sobre el mismo suela ya caminado entonces, eso imaginaba, hoy se erigían gigantescas unas grandes grúas de hierro pintado de azul en fila, esqueletos de enormes disonaros muertos o dormidos aún, en fin, la imaginación de cada quién. El puerto de Caláis, que se yo que ha pasado allí. Me hice mi camino a la estación de trenes, en el pueblo, deje el puerto en un bus, en un bus gratis creo, paso a las 5 y tanto y antes de las 6 y luego de un hermoso circundante, entraba en una cualquiera estación antigua de trenes, con un gran reloj o campanero elevándose en su medio. Aún no dominaba a perfección la guía de horarios de los distintos trenes en toda Europa para la temporada veraniega, sin embargo helo ahí, a las 7.15am en la plataforma 9 (queue 9) un tren que partía a través de Lille llegando a Lyon. Me aposte luego de confirmar con tiempo suficiente frente al tranvía. Era el único aún en dicha plataforma. Era temprano aún no serían las 6.45am… habría que esperar, el cansancio convertido en sueño, el frio y apetito, me doblegaron, antes de las 7am ya había decidido esperar dentro del vagón frente a mi, igualmente vacio. Quince minutos máximos para partir y el tren más dormido que yo, y en los largos quince minutos caí en un trance entre despierto y dormido. Relajado equipaje en el piso y recostado, me levante repentinamente ante el temblor adelante y atrás del vagón, tropecé mi camino hasta la puerta y nadie en el vagón y nadie en el anden. Reloj, siete y tantos, diez y pico, picote? Quince? SI este debe ser, igual corrí por la mochila, cargue, a la puerta y la velocidad descarto mi evacuación de ese vagón inseguro, solitario, destinado a… el reloj campanero se alejo cada vez a mayor velocidad, el campo se apodero del espectáculo, disfruté aún sin saber mi destino, debía saber quién estaba a bordo y si su destino era Lille. Así las cosas, me pase de un vagón al anterior, vacio igualmente, al anterior, vacio, más aún, VACIO! Mi nariz contra la última ventana del tren, y ya Caláis no existía, eternas vías cruzando la campiña normanda. Florecía amarillo. Era mi tren! Lo recorrí, pensando en su destino. No podría describir el sentimiento pero algo de mi razonamiento, era aún bastante temprano, el cansancio corporal estaba oprimido por la excitación del conocer, aún tendría todo el día para caminar siguiendo las vías, en aquella campiña, y ese a lo peor, sería mi primer día de mi viaje de mochilero. No así, el tren prosiguió, y siguió. Luego de lo que pareció horas, y apenas fue más de una hora el tren descendía su velocidad, me puse ávido, mochila en mano, mano en la puerta. No quería saltar al menos que fuese realmente despacio. De repente, rieles paralelos hicieron su aparición, llegaba yo, suponía, a alguna parada. Una vez más a centímetros de la puerta y listo para abrir, una enorme sombra ocupo el ambiente, y a obscuras de enseguida, la ventana frente a mi se nublo, parecía grueso jabón, y aguas a presión, y trapos, y obscuridad, y caí en cuenta que era una lavadora de trenes automática. Y yo solo dentro del tren. Finalmente, algún bigotudo en bragas azul marino secaba con un gran trapo y me vio dentro del vagón, asustado y sorprendido me ayudo a llegar a mi próxima estación, donde aprendí a tomar el tren correcto, destino Lyon!...

MERRY XMAS & HAPPY NEW YEAR 2008


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